La cagada de Arturo Vidal ha servido para
conocer a mucha gente. Los intachables e inmaculados, se han dado el
gusto de poner el piso moral del futbol en las alturas de lo ético,
lo justo, lo honrado y lo decente. Como si el futbol fuese una
actividad representativa de la mejor calidad del humanismo que
cargamos encima, en vez de un deporte que, más allá de ser “el
más hermoso del mundo”, es un juego que está amparado, tácita y
cínicamente, por las patadas, zancadillas, simulaciones descaradas,
codazos y toda la gama de trucos tramposos que se dan durante 90
minutos y toda vez que los jugadores a cargo de la moral del juego
tienen sus adn's hasta la médula con todas las artimañas y
desmanes, y han aprendido desde niños que hacerse los weones es tan
importante para ganar los partidos como la apología al doble
estándar de las “faltas tácticas” o el edicto no impreso que
señala que “el jugador o la pelota pueden pasar, pero no los dos
al mismo tiempo”.
¡Qué impecabilidad le van a exigir a
un jugador de futbol que ha madurado a la velocidad de un rayo (o de
un Ferrari) en la vida -desde la pobreza a la opulencia- y apenas
sostenido en un talento y un talante que se desenvuelven, las más de
las veces, al borde del reglamento. Si en nuestro afán de subsistir
cotidianamente tuviésemos a un juez fiscalizador que siguiera
nuestros pasos por la vida, seguramente estaríamos todos cargados
con un prontuario tapizado de rojas y amarillas.
Chile, es un país dominado por la
hipocresía y el doble estándar. La presidenta sale a defender la
probidad, y como madre, expone abiertamente y frente al país que su
hijo ha cometido un error enorme y un gran daño. Sin embargo, nadie
ha hablado de devolver los 3.000 millones, pero sí de crucificar a
Arturo.
Me ha irritado profundamente la postura
mamona de Bartichotto para juzgar a Vidal. Cuando dijo que él nunca
había hecho lo que hizo el jugador de la Juve, me pareció un acto
pechoño y santurrón de quien escupe al cielo desde una santidad
artificiosa. Si eres tan buena gente y tan impecable, también
deberías ser mínimamente generoso con quien ha arriesgado su físico
y su carrera por defender la camiseta de Chile. El carabinero que lo
arrestó y los procedimientos legales subsecuentes, nos demuestran
que la responsabilidad legal de Arturo está siendo cuestionada
jurídicamente de la misma forma en que el trámite se aplica
sobre cualquier persona. Vidal, el rico y famoso a nivel mundial,
igual pasó la noche en la comisaría. Lo deportivo es otro asunto y
no debe ser juzgado de ninguna otra forma que no sea en base al mismo
espíritu jurídico que gobierna las leyes del futbol sobre el campo
de juego: advertencia, castigo y/o separación del plantel de la Copa
América.
En este caso, bajo la ley de un proceso
sometido a la conveniencia del equipo y sus objetivos, se le aplicó
la primera, incluyendo el perdón de Sampaoli, las puteadas de varios
de sus compañeros del plantel y las recomendaciones de Alexis sobre
“romperse el culo”.
Vivimos insertos en una realidad social
dominada por el artificio. Ni los políticos, ni los empresarios, ni
la publicidad, ni lo descrito en las etiquetas, ni los titulares de
la prensa, nos dicen la verdad. Estamos acostumbrados desde hace un
largo rato a convivir, con total normalidad, entre embustes y engaños,
y aportillados inmisericordemente por la propaganda engañosa que nos
ofrece, por ejemplo, el remedio perfecto para la fiebre, los
estornudos y el malestar general del resfriado, y que sin embargo, no
sirve para nada. ¿Y qué hacemos ante tamaña patraña?...Nada. A lo
más, compramos otro remedio. No hay ninguna entidad eficiente que
nos proteja (después de una gestión de reclamo en vez de 20 idas y
venidas) de tales engaños, porque en el Sernac se acumulan decenas de miles
de reclamos que no tendrán ningún destino más que alguna misiva de
rutina con fotocopiadas evasivas que nos dirán alguna cosa parecida a
“tomaremos cartas sobre el asunto”.
Para tratar el grave error de Vidal y
conseguir que sus propias reflexiones, el amor de su familia, el
cariño de los hinchas y el de una mayoría de los chilenos lo
lleven a dar un salto cualitativo en su madurez como persona, habría
que observar con detención y aprender con generosidad de los
diferentes comportamientos que han tenido algunos ciudadanos en Londres
y en Vancouver (Canadá) para lidiar con el problema de los indigentes que
ocupan cualquier banca de sus plazas o cualquier espacio y cobijo en
la ciudad para dormir durante la noche.
Mientras que en la capital de
Inglaterra algunos decidieron colocar “clavos anti-indigentes”
sobre el piso donde se pudiesen guarecer las personas sin hogar, en
Vancouver se hizo una campaña para transformar las bancas de las
plazas en camas techadas que dieran cobijo a los habitantes
indigentes de la lluviosa ciudad. Esta es una muestra de un
humanismo que nos enseña dos formas radicalmente diferentes de
enfrentar un mismo dilema por el que algunos apuestan por radicalizar
las culpas e institucionalizar los clavos.
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